Los dos kilómetros más largos de mi vida...

Suena todo un drama, y sí que lo fue por un momento... pero valió la pena.

Hace unos meses con mi familia emprendimos una aventura, visitar un lugar turístico de Guatemala, la idea básicamente era acampar, bueno principalmente para mis hermanos, mi novio y yo, mis padres tendrían su propia cabaña, nosotros queríamos ser un poco más "aventureros".

El día empezó con organizarnos, empacar, y subirnos al vehículo, etc... todo iba bien hasta que en el camino algo extraño empezó a suceder, el carro no estaba acelerando nada, hasta el punto en que dejó de hacerlo.

Cuando bajamos muchas cosas estaban mal, botaba aceite, no tenía agua y para resumirlo cuando destapamos el radiador (no intenten hacerlo cuando está caliente), salió volando el agua como cuando te tiras a una piscina con fuerza, literalmente salió volando y todos corrimos lejos hasta que paró.

Estábamos a tan solo dos kilómetros del lugar, en una montaña como a tres horas lejos de casa y un camino poco transitado, por un momento me asusté mucho, principalmente porque en cierta manera yo fui la que inició todo, la idea del lugar, el horario, el día, y era una sensación de culpabilidad y no sabía que hacer, me estaba preocupando demasiado principalmente porque empezaba a oscurecer. 
De repente empezamos a parar a los vehículos que pasaban para ver si alguien podía socorrernos o ayudar a jalar el vehículo (una camioneta), para la sorpresa de todos, el segundo carro que paramos era conducido por uno de los propietarios del lugar, una mujer super amable y atenta, nos aseguró que llegaría alguien del lugar a apoyarnos y así fue, llegó un vehículo mucho más grande que nuestra camioneta, de esos que llevan agua, nos jaló hasta la cima de la montaña, un lugar precioso...

Desde que llegamos, creo que no solo yo sino todos nos olvidamos de todo, era bello, tan natural, tan puro, tan amplio, por supuesto que valieron la pena esos dos kilómetros. 

Durante los días que estuvimos nos olvidamos de todo, al final una grúa nos llevo a casa de vuelta y gracias a Dios todo salió bien, esto me hace pensar que a veces nos preocupamos demasiado, o pensamos que nunca vamos a llegar a la meta y casi nos rendimos cerca del final, quizás a penas dos kilómetros antes de llegar a la cima y hasta pensamos en regresar o nos culpamos por el miedo, pero muchas veces esperar con paciencia y confiar en Dios pueden hacer la diferencia.

y como dice una canción "La cima es cuesta arriba, pero la vista es genial"... 

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