El buen Joven, es buen viejo.

Tenía un rostro un tanto rasgado por la edad, unos ojos cansados que se escondían entre las arrugas de su vejez, pero en su mirada escondía algo más que la historia, escondía la sonrisa, el recuerdo de sus años de juventud, sus experiencias y la sabiduría obtenida entre años de aciertos y errores. Todo esto y un gran corazón se reflejaba en sus palabras, mientras amablemente transbordaba un bus que lo llevaría a casa.
Su presencia se hizo tan notoria cuando abordo el bus en el que viajaba, mientras pasaba entre la gente sonreía, cualquiera pudo haber pensado – ¿Porqué este anciano esta riendo solo?  –  Para mi pareció algo tan especial, la alegría que llevaba dentro era contagiosa, hizo que en mi rostro se dibujara una sonrisa con el simple hecho de reflejar la felicidad.
Mientras tomaba asiento en el lugar que un amable joven le brindó. Dijo: “El buen Joven, es buen Viejo” – corto, sencillo y algo que parecería normal, pero si abres tus ojos a la imaginación y prestas atención al significado, te darás cuenta de algo, “El buen Joven, es buen Viejo”Todo lo que haces hoy, repercute en tu futuro. La vejez es la etapa más dulce que una persona puede tener, si esa persona fue lo suficientemente sabia para preparar el camino.
Vivamos hoy que podemos, riamos hoy que tenemos voz, cantemos mientras nuestros pulmones son lo suficientemente fuertes, corramos hasta agotarnos y soñemos hasta que nuestros ojos se cierren para siempre. Muchos ancianos se lamentan la vida que vivieron, lo que dejaron de hacer y lo que nunca hicieron. La vida no es demasiado corta si aprendes a vivir a tiempo. 

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