Veinte años después
Cierta vez, escuche la historia de una pequeña niña que aprendía a
dar sus primeros pasos. Su padre dejaba que ella lo intentará una y otra vez,
cada vez que ella caía al suelo e iba a llorar, su padre le decía "vamos,
tu puedes, levántate", sin embargo, él no corría hacía ella para
levantarla. Que padre tan cruel pensé, hasta que supe que, la historia se
trataba de mí...
Fue entonces cuando la duda me invadió,
¿Cómo puede ser que mi padre hacía eso conmigo?, entre risas y curiosidad, me
atreví a preguntarle. Tomando un poco de seriedad y con dulzura respondió a mi
pregunta, sus palabras fueron algo así:
Habrá momentos en la vida en los que vas a
caer, desde pequeña te he enseñado a no darte por vencida, aunque ahora este
contigo, no siempre lo estaré y tienes que saber, que siempre puedes levantarte
y seguir adelante.
Cuando volteas la mirada hacia atrás y te
das cuenta que ahora tu vida es diferente, no eres más ese pequeño de las fotografías,
te das cuenta que ahora tienes un trabajo, estas en la universidad o ya cuentas con tu propia familia, simplemente tu vida no es la misma. Cada decisión que tomes hoy cambiará tu futuro de una u otra manera.
Puede ser que en el aprender a vivir te hayas caído algunas veces, pero así es como aprendemos a caminar, no pienses que estas solo si nadie corre hacía ti para levantarte, a veces nos sentimos de esa manera y llegamos a cuestionar del porqué no sentimos los brazos de Dios levantandonos, pero quizás como mi papá, Dios a veces nos enseña que sí es posible lograr nuestras metas, no espera que corramos hacía él para que nos consuele, espera que lo intentemos de nuevo y corramos hacía el para agradecerle porque pudimos lograrlo. No te des por vencido y vuelve a soñar, vuelve a creer como cuando eras pequeño, esfuerzate, sé valiente. Recuerda que aunque para tí puede ser imposible... Nada hay imposible para Dios. Lucas 1:37
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