Algo para Ofrecer
Una de las características que tenemos los seres humanos es la
demanda, desde pequeños exigimos siempre de los demás, es como si naciéramos con la
cualidad de esperar siempre más, pero la iresponsabilidad de no cumplir con
nuestra parte. Quise hablar de la relación con mis hermanos, porque es una de
las áreas en donde más he aprendido.
Sí dejamos de exigir de los demás y empezamos a
ofrecer, el mundo cambiaría, es como la ley de la siembra y la cosecha, donde
quiera que lo apliquemos, no sólo exijamos del Gobierno, también ofrezcamos ser
buenos ciudadanos, no sólo exijamos de nuestros padres o hijos, empecemos a
ofrecer ser mejores nosotros mismos. Por mucho tiempo busque en los demás lo
que yo misma no estaba dispuesta a ofrecer, cuando mi mentalidad cambió, mi
manera de ver a los demás también lo hizo y en consecuencia la manera de
actuar.
Para los que tenemos hermanos(as) sabemos
la difícil tarea que esto puede llegar a ser, lo poco o nada comprensibles que
nos volvemos en ocasiones, las peleas y desacuerdos, pero también sabemos que a
veces la compañía perfecta puede ser ellos, los hermanos. Después de entender
que sembrando se cosecha, puedo decir que he cosechado dos grandes amigos que están
a mi lado cada día.
No sólo espero lo bueno
de mis hermanos, sino que intento cada día ser una mejor hermana e hija, no
sólo esperemos de nuestros catedráticos, sino que ofrezcamos ser buenos
alumnos, no sólo esperemos que alguien llene ciertos requisitos para ser
nuestra pareja, busquemos ser y actuar de la manera en que nos gustaría, no
esperes de tu esposo(a) lo que no estás dispuesto a ofrecer. Recuerda que
aunque es muy cierta esta ley, hay cosas que siempre estarán en nuestra vida no
necesariamente porque las hemos sembrado o merezcamos, sino porque Dios es fiel
y ha sido bueno con nosotros.
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